Este juego es la hostia. me da igual lo que digan del anterior (que era una mierda). y me da igual que digan que sigue siendo repetitivo. este juego es una megaproducción que me da lo que quiero: burger king jugable!
viva la historia del juego, viva la trama chusca y viva, por encima de todo, el ocultismo y la reelaboración de la historia del mundo!!
hay q fliparse más a menudo, q somos videojuegos!
por cierto, es impagable el combate final contra el Papa Borgia con super poderes.
lunes, junio 21, 2010
lunes, junio 14, 2010
Cambio de aires
Estimados lectores y lectoras... corrección: estimado único lector,
en adelante dejaré fluir mi verborrea en el apartado de Blogs de los lectores en La Vanguardia.es.
En este blog postearé los links a esos artículos, por si alguien pasa por aquí de milagro y acaba yendo a parar allí.
A este humilde blog le tengo reservada la nada desdeñable tarea de dejarme opinar con total libertad sobre cualquier juego que se cruce en mi vida.
Por aquí andaré!
en adelante dejaré fluir mi verborrea en el apartado de Blogs de los lectores en La Vanguardia.es.
En este blog postearé los links a esos artículos, por si alguien pasa por aquí de milagro y acaba yendo a parar allí.
A este humilde blog le tengo reservada la nada desdeñable tarea de dejarme opinar con total libertad sobre cualquier juego que se cruce en mi vida.
Por aquí andaré!
martes, marzo 02, 2010
Tendencia globalizadora
Casi parece un moda ya caduca lo de hablar de la globalización, pero puede resultar algo realmente útil en cuanto a la generación de contenidos se refiere.
En un nivel distinto al de las tendencias políticas y sociales o a la crítica que se pueda generar en torno a una idea que atenta sutilmente contra la necesaria individualidad del mundo, la globalización puede ser presentada como una ayuda para los desarrolladores de juegos.
Pienso en la posibilidad de una comunidad unida bajo una misma tecnología. En la actualidad cada empresa dedica una gran cantidad de recursos a realizar un motor que les sea válido para sus objetivos. Otras empresas deciden sondear el mercado y comprar el motor que les sea más útil. Varios developers de tecnología crean juegos enteros para demostrar que su motor merece ser pagado al precio designado (véase Crytek).
Durante unas conferncias a las que pude asistir la semana pasada me vino una idea infantiloide que merece ser compartida. Si las empresas desarrolladoras de tecnología para juegos se uniesen bajo una misma bandera podrían hacer un super motor de juegos que luego podrían vender al resto de empresas del mundo.
El motor tendría que ser un instrumento en nube y en constante evolución. De esta forma, las empresas tecnólogas no cesarían su actividad, sino que la orientarían en torno a nuevo objetivo.
Los developers sabrían a dónde dirigirse a la hora de adquirir un motor de garantías hecho por los mejores y testado por sus iguales. El hecho de tener un motor en nube facilita el acceso a la tecnología y plantea una cuestión retórica: ¿dónde se almacena el contenido generado? Fácil respuesta, ¿no?
Los developers pueden dedicarse a programar sobre el motor todos los extras que necesiten. Pueden adaptar los controles básicos, generar de nuevos, inventar cámaras y un sinfín de detealles que no sé ni enumerar. Todo un lujo multiplataforma a disposición de la humanidad.
De esta forma la tendencia globalizadora se presenta, de nuevo, de manera positiva y progresista. Gracias al nuevo super motor será más fácil hacer videojuegos. Será más rápido, más barato, más estable, más perdurable, más equitativo, menos desigual, menos variado, menos imaginativo, menos diverso...
Hacer jueos se enfoca tecnológicamente desde la idea del proyecto. Desde la idea de crear un juego que aporte cosas que nunca se han visto. Crear motores predispone el enfoque del juego a crear. Crear un motor absoluto predispone absolutamente.
En un nivel distinto al de las tendencias políticas y sociales o a la crítica que se pueda generar en torno a una idea que atenta sutilmente contra la necesaria individualidad del mundo, la globalización puede ser presentada como una ayuda para los desarrolladores de juegos.
Pienso en la posibilidad de una comunidad unida bajo una misma tecnología. En la actualidad cada empresa dedica una gran cantidad de recursos a realizar un motor que les sea válido para sus objetivos. Otras empresas deciden sondear el mercado y comprar el motor que les sea más útil. Varios developers de tecnología crean juegos enteros para demostrar que su motor merece ser pagado al precio designado (véase Crytek).
Durante unas conferncias a las que pude asistir la semana pasada me vino una idea infantiloide que merece ser compartida. Si las empresas desarrolladoras de tecnología para juegos se uniesen bajo una misma bandera podrían hacer un super motor de juegos que luego podrían vender al resto de empresas del mundo.
El motor tendría que ser un instrumento en nube y en constante evolución. De esta forma, las empresas tecnólogas no cesarían su actividad, sino que la orientarían en torno a nuevo objetivo.
Los developers sabrían a dónde dirigirse a la hora de adquirir un motor de garantías hecho por los mejores y testado por sus iguales. El hecho de tener un motor en nube facilita el acceso a la tecnología y plantea una cuestión retórica: ¿dónde se almacena el contenido generado? Fácil respuesta, ¿no?
Los developers pueden dedicarse a programar sobre el motor todos los extras que necesiten. Pueden adaptar los controles básicos, generar de nuevos, inventar cámaras y un sinfín de detealles que no sé ni enumerar. Todo un lujo multiplataforma a disposición de la humanidad.
De esta forma la tendencia globalizadora se presenta, de nuevo, de manera positiva y progresista. Gracias al nuevo super motor será más fácil hacer videojuegos. Será más rápido, más barato, más estable, más perdurable, más equitativo, menos desigual, menos variado, menos imaginativo, menos diverso...
Hacer jueos se enfoca tecnológicamente desde la idea del proyecto. Desde la idea de crear un juego que aporte cosas que nunca se han visto. Crear motores predispone el enfoque del juego a crear. Crear un motor absoluto predispone absolutamente.
sábado, febrero 27, 2010
¿Queremos serlo?
Más allá de lo que signifique e implique ser arte, la moda es hablar de si los juegos lo son o no. Nadie es capaz de definir el concepto, demasiado fragmentado tras miles de años de historia y miles de críticos haciéndolo evolucionar.
Lo único que me atrevo a juzgar sobre el tema es que de aquí a 80 años los historiadores del arte hablarán de los videojuegos como tal, evidentemente. Al fin y al cabo, arte es todo aquello que una sociedad acaba definiendo como tal.
Para los críticos de medio pelo, arte implica una especie de manifestación de algún tipo de sublimadora belleza u horror aderezados con una porción de alta cultura en su discurso.
Pero a la hora de la verdad lo que me encuentro al mirar el medio son dos palabras inquietantes para la alta cultura y que están muy arraigadas en la definición primaria de los videojuegos: diversión y jugabilidad.
La diversión es un concepto que muy pocos pueden definir pero que, poco a poco, un medio que vive de ello ha ido depurando mecanismos para lograrla.
En cuanto a la jugabilidad, que viene de lo que es posible hacer en el juego, la propia raíz de la palabra pone de manifiesto que el jugar es su parte indispensable.
Estos dos conceptos no casan para nada con el arte, que se dedica a despreciar el medio hablando de mero entretenimiento.
Me pregunto entonces si en realidad queremos ser arte.
El medio lúdico es muy poco consciente de si mismo. Actualmente vive de tomarse en serio, aglutinando todo lo que otras artes han depurado ya para encontrar un lenguaje y una identidad.
Y precisamente eso es lo que ha hecho una diferencia. Modern Warfare, Mario y Sonic, GTA, contenido retro, Resident Evil... Productos punteros en popularidad, entretenimiento, adicción, derroche tecnológico, calidad artística innovadora, continuo canibalismo estructural y muchas cosas más. Eso son los videojuegos. Son uno de los medios más adecuados a su público, buscando siempre llegar más lejos en lo que los jugadores le pedimos.
Y, aunque todo eso no sea arte, es lo que define el medio. Un medio llamativo porque es valiente. Por inmaduro quizás, pero valiente.
Los David Cage de turno, los contenidos seriados al estilo televisivo, el cine interactivo y cualquier otro concepto que intente esconder el "core" de los videojuegos es un acto de retrógrada cobardía.
Señores, estemos orgullosos de vivir en un mundo en que un joven medio, lleno de vida y con ideas propias, tiene motivos para mirar al futuro porque su presente es bueno y prometedor. No nos avergoncemos de lo que define a los videojuegos. Buscar las diferencias respecto a otras artes y a otros medios es algo positivo y fresco. Así pues, cuando hagamos juegos, preguntémonos si queremos ser arte. O, mejor aún, de qué manera queremos hacer evolucionar el mundo del arte.
Lo único que me atrevo a juzgar sobre el tema es que de aquí a 80 años los historiadores del arte hablarán de los videojuegos como tal, evidentemente. Al fin y al cabo, arte es todo aquello que una sociedad acaba definiendo como tal.
Para los críticos de medio pelo, arte implica una especie de manifestación de algún tipo de sublimadora belleza u horror aderezados con una porción de alta cultura en su discurso.
Pero a la hora de la verdad lo que me encuentro al mirar el medio son dos palabras inquietantes para la alta cultura y que están muy arraigadas en la definición primaria de los videojuegos: diversión y jugabilidad.
La diversión es un concepto que muy pocos pueden definir pero que, poco a poco, un medio que vive de ello ha ido depurando mecanismos para lograrla.
En cuanto a la jugabilidad, que viene de lo que es posible hacer en el juego, la propia raíz de la palabra pone de manifiesto que el jugar es su parte indispensable.
Estos dos conceptos no casan para nada con el arte, que se dedica a despreciar el medio hablando de mero entretenimiento.
Me pregunto entonces si en realidad queremos ser arte.
El medio lúdico es muy poco consciente de si mismo. Actualmente vive de tomarse en serio, aglutinando todo lo que otras artes han depurado ya para encontrar un lenguaje y una identidad.
Y precisamente eso es lo que ha hecho una diferencia. Modern Warfare, Mario y Sonic, GTA, contenido retro, Resident Evil... Productos punteros en popularidad, entretenimiento, adicción, derroche tecnológico, calidad artística innovadora, continuo canibalismo estructural y muchas cosas más. Eso son los videojuegos. Son uno de los medios más adecuados a su público, buscando siempre llegar más lejos en lo que los jugadores le pedimos.
Y, aunque todo eso no sea arte, es lo que define el medio. Un medio llamativo porque es valiente. Por inmaduro quizás, pero valiente.
Los David Cage de turno, los contenidos seriados al estilo televisivo, el cine interactivo y cualquier otro concepto que intente esconder el "core" de los videojuegos es un acto de retrógrada cobardía.
Señores, estemos orgullosos de vivir en un mundo en que un joven medio, lleno de vida y con ideas propias, tiene motivos para mirar al futuro porque su presente es bueno y prometedor. No nos avergoncemos de lo que define a los videojuegos. Buscar las diferencias respecto a otras artes y a otros medios es algo positivo y fresco. Así pues, cuando hagamos juegos, preguntémonos si queremos ser arte. O, mejor aún, de qué manera queremos hacer evolucionar el mundo del arte.
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